Con las herramientas educativas inmersivas el estudiante es protagonista en la construcción de su conocimiento, controla su ritmo de aprendizaje, y si la actividad está bien diseñada puede aprender por descubrimiento. Es decir, los espacios inmersivos permiten que el estudiante aprenda haciendo, tenga que tomar decisiones a partir de su experiencia, afronte retos y avance a su propio ritmo en función de las decisiones tomadas. El estudiante puede plantearse sobre qué y cómo aprender, y eso es perfectamente aplicable en otras áreas, sin más que adaptar el diseño instruccional del plan formativo.
Algunas características que son de interés en la formación universitaria: